Entre sus obras destacan la imponente colección de los Episodios Nacionales sobre la historia de España en el s. XIX y novelas como Fortunata y Jacinta, Miau, Doña Perfecta, Misericordia y Marianela.
Además de novelista fue también periodista, autor teatral y político militante.
En
Marianela, Benito Pérez Galdós nos relata la trágica vida de Nela, una muchacha
huérfana, pobre y fea. Ella sirve de lazarillo a Pablo, joven ciego y de cómoda
posición social, de quien se enamora. Este joven solo conoce el mundo a través
de las palabras de Nela y de las lecturas que le hace su padre, don Francisco
Penáguilas. Este, a pesar de su bienestar, se encuentra apesadumbrado por la
situación de su hijo.
Pablo, creyéndola bella, jura a Nela que también está enamorado
de ella y le promete una vida juntos, así la joven se entrega a la construcción
de fantasías al lado de su amado.
Pero un día todo cambia. Llega al pueblo un
prestigioso médico, Teodoro Golfín, al que don Francisco convence para operar a
Pablo. El médico extirpa las cataratas del joven, ciego de nacimiento, y este recupera la vista. Pablo se olvida de su
promesa a Nela y queda fascinado por la belleza de su prima Florentina. Se
enamora de ella y los padres de ambos conciertan la boda.
Tras la operación de Pablo, Nela no soporta
la idea de que aquel la vea e intenta suicidarse. Aunque el doctor Golfín lo
impide, no puede evitar que la tristeza acabe con la muchacha que demuestra
también en su final un gran espíritu y humanidad.
Escrito por Alejandro Rodríguez
Como ya señalamos en su obra Misericordia, Benito Pérez Galdós es un buen ejemplo de la imagen que proyectan algunos autores de la época sobre las personas con ceguera, las cuales, para el autor, saben apreciar la belleza interior de las personas, como la figura del joven Pablo en esta obra, y el personaje de Almudena en Misericordia. Pablo es el único que sabe ver la belleza interior de Nela. Mientras que el resto de personajes solo ven en ella fealdad, arrastrando las consecuencias de su pasado, abandonada, maltratada, repudiada por todos, Pablo es incapaz de contemplar esa realidad material. Aunque la relación amorosa entre ambos está, básicamente, sustentada sobre la ignorancia, será la intervención de la ciencia la que abra paso a la realidad, dejando a un lado la imaginación que hasta entonces guiaba sus pasos.
Para dar una visión general de la situación de las personas con ceguera en el Siglo XIX, podemos afirmar que la profesión más ejercida por el colectivo era la mendicidad si no se disponía de recursos económicos propios o familiares que los mantuvieran. Eran igualmente acogidos en asilos o bajo la protección de alguna orden religiosa. Como vemos no es el caso de Pablo, cuyo padre disponía de medios económicos para mantenerlo y la posibilidad de someterlo a una operación, que si bien las cataratas se venían operando desde la Antigüedad, no será hasta el siglo XIX, época de la novela, cuando se renovó esta técnica con cierto éxito y que Pérez Galdós traslada a la obra según la actualidad del momento (Juan Montoro. Los ciegos en la historia. Fundación ONCE 1991-1995).
A continuación podéis leer unos fragmentos seleccionados de la obra:
A continuación podéis leer unos fragmentos seleccionados de la obra:
(Edición de Francisco Caudet. Cátedra.
Letras Hispánicas. 6ª edición 2009)
"-Soy ciego, sí, señor
-añadió el joven-; pero sin vista sé recorrer de un cabo a otro las minas de
Socartes. El palo que uso me impide tropezar, y Choto me acompaña, cuando no lo
hace la Nela ,
que es mi lazarillo. Con que sígame usted y déjese llevar." (Pág. 75)
"-¿Ciego
de nacimiento? -dijo Golfín con vivo interés que no era sólo inspirado por la
compasión.
-Sí,
señor, de nacimiento -repuso el ciego con naturalidad. No conozco el mundo más
que por el pensamiento, el tacto y el oído. He podido comprender que la parte
más maravillosa del universo es esa que me está vedada. Yo sé que los ojos de
los demás no son como estos míos, sino que por sí conocen las cosas; pero este
don me parece tan extraordinario, que ni siquiera comprendo la posibilidad de
poseerlo." (Pág. 76)
" -Amigo
querido -dijo Golfín con emoción y lástima- es verdaderamente triste que usted
no pueda conocer que ese pedrusco no merece la atención del hombre, mientras
esté suspendido sobre nuestras cabezas el infinito rebaño de maravillosas luces
que llenan la bóveda del cielo.
El
ciego volvió su rostro hacia arriba, y dijo con profunda tristeza:
-¿Es
verdad que existís, estrellas?" (Pág. 84)
"-¡Oh!,
miserable condición de los hombres -exclamó el ciego, arrastrado al absurdo por
su delirante entendimiento-. El don de la vista puede causar grandes
extravíos... aparta a los hombres de la posesión de la verdad absoluta... y la
verdad absoluta dice que tú eres hermosa, hermosa sin tacha ni sombra alguna de
fealdad. Que me digan lo contrario, y les desmentiré... Váyanse ellos a paseo
con sus formas. No... la forma no puede ser la máscara de Satanás puesta ante
la faz de Dios. ¡Ah!, ¡menguados!, ¡a cuántos desvaríos os conducen vuestros
ojos! Nela, Nela, ven acá, quiero tenerte junto a mí y abrazar tu preciosa
cabeza". (Pág. 124-125)
"Su vida
solitaria ni aun tendrá el consuelo de la familia, porque cuando yo me muera
¿qué familia tendrá el pobre ciego? Ni él querrá casarse, ni habrá mujer de
punto que con él se despose, a pesar de sus riquezas, ni yo le aconsejaré
tampoco que tome estado. Así es que cuando el señor D. Teodoro me ha dado
esperanza... he visto el cielo abierto; he visto una especie de Paraíso en la
tierra... he visto un joven y alegre y sencillo matrimonio; he visto ángeles,
nietecillos alrededor de mí; he visto mi sepultura embellecida con las flores
de la infancia, con las tiernas caricias que aun después de mi última hora
subsistirán acompañándome debajo de la tierra..." (Pág. 156)
"-Ahora
me río yo -añadió él- de mi ridícula vanidad de ciego, de mi necio empeño de
apreciar sin vista el aspecto de las cosas... Creo que toda la vida me durará
el asombro que me produjo la realidad... ¡La realidad! El que no la posee es un
idiota... Florentina, yo era un idiota." (Pág. 221)
Los últimos ocho años de su vida, Benito Pérez Galdós fue perdiendo la vista paulatinamente desde su primera operación de cataratas, hasta quedarse totalmente ciego. Esto influyó, según los estudiosos del autor, en el resultado de sus últimas novelas. Si lo deseáis podéis escuchar el audio "La ceguera" de Pedro Ortiz-Armengol relatando este pasaje vital del autor desde la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes . También desde esta institución, se dispone del texto completo de esta obra para su lectura o uso en el aula, seleccionando los fragmentos reseñados.
También disponemos de una guía elaborada por Anaya Infantil y Juvenil con Orientaciones para el estudio de la obra en el aula
Para los que queráis profundizar sobre el autor y su obra:
Benito Pérez Galdós en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Imprescindible visitar la página de Fundación ONCE para conocer los servicios, programas y recursos que disponen para la atención de las personas con ceguera y diversidad funcional en general.
Para los que queráis profundizar sobre el autor y su obra:
Benito Pérez Galdós en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
Imprescindible visitar la página de Fundación ONCE para conocer los servicios, programas y recursos que disponen para la atención de las personas con ceguera y diversidad funcional en general.